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jueves, 19 de abril de 2012

Hallazgo mexicano

He tenido la suerte de pasar 15 días en México, la excusa ideal fue la boda de una amiga... un evento así no hay que perdérselo, porque es bastante probable que no se vaya a repetir.

Claro, ya que vas, ¿cómo vas a estar sólo lo justito? Pues no, tocaba turisteo y mochileo.

El tour comenzó en la zona de Chiapas (ma-ra-vi-llo-sa, no puedo dejar de recomendarla): clima tropical, selva, vegetación exhuberante, templos mayas, cascadas... una pasada.

En mi sempiterna búsqueda de artículos tejeriles varios, me di cuenta de las limitaciones en la asociación calor-lana, así que dejó de ser objetivo prioritario. Pero sí que veíamos muchos artículos tejidos con un tipo de hilo sintético y brillante que emplean por ejemplo para hacer hamacas y también bolsos. Si el producto acabado era tan barato, supusimos que el material en bruto tenía que ser baratísimo... Pues fue imposible de encontrar. Ahora ya de vuelta he descubierto que es hilo de polipropileno y lo venden por toneladas más o menos, así que casi que no.


Peeeero, siempre hay sorpresas inesperadas en los viajes y en nuestra parada en San Cristóbal de las Casas, que tiene un clima mucho más frío, descubrimos que sí que había lana de oveja y tuve la suerte de ver a varias mujeres hilando.

Os muestro una de un pueblito maya llamado San Juan de Chamula (increíble, se sigue organizando a través de rituales y su modelo religioso es cuanto menos impresionante) que nos hizo una demostración a cambio de una propinilla (podéis verla haciendo el típico truco de "Dame algo..." "¿Tiene cambio de x?" "(Hago como que miro en una cartera vacía) No mujer, pero llévate a cambio una bonita carterita". Y eso que era sordomuda, qué lista la joía.



En fin, lo más interesante es que, como podéis ver, sus husos son mucho más largos, tienen una fusayola de forma troncocónica (hombre, que se note que soy arqueóloga, ¿no?) en el extremo inferior y se utilizan apoyados sobre un coco o superficie similar, sobre el que se gira el huso con la derecha mientras que con la izquierda se sostiene el manojillo - y digo manojillo y no churrete pre-preparado- de lana cardada. Ni os imagináis lo fino y regular que la salía el hilo...

O sea, bastante diferente a nuestra tradición, de tener un huso no muy pesado, que cuelga y gira, mientras se hila con ambas manos y se sostiene con el sobaco (a modo de gaita) un palo con un churrete de lana cardada... Creo que soy más clara poniendo esta foto:

Al final en un puestecillo del mercado de alimentación de San Cristóbal, nos encontramos con una viejuca que también estaba hilando y que tenía varios usos y ovillos para vender. Como os podréis imaginar no me pude resistir. Incluso me senté un rato a que me enseñara a hilar... qué desastre... no os hacéis una idea de lo que se rió la buena señora de mí. Además de que estaban de espectadores todos los tenderos de los puestos de fruta de alrededor, que tenían caras entre "estos europeos, se creen tan inteligentes y míralos, ni dar vueltas a un palito saben" y "mira qué bien que hoy tenemos espectáculo de humor gratuíto"...

Total, clase personalizada cuyo resultado fue seguir sin saber hilar, pero salí con mi huso (con hilo cardado por la señora, no por mi, obviamente), mi coco, un manojillo de lana para que siguiera intentándolo - se ve que la señora no me daba del todo por perdida - y dos ovillos de unos 100 gr de lana natural sin teñir. ¿Precio total? Unos 15€ al cambio, creo. O sea, fe-no-me-nal.


Os dejo una fotillo en la que se ve todo. El huso no sé de qué madera estará hecho, pero es dura y suave. La verdad que temí un montón por su integridad, todo el día con la mochila para arriba y para abajo y con el maltrato al que las someten en los aeropuertos. De meterlo en la mochila de mano ni hablamos, es largísimo y con esas puntas podría considerarse arma de destrucción masiva.

Probablemente el proyecto al que destine esta lana sea algo así. Es demasiado natural = pica, como para ponértela al cuello. Y además tengo que lavarla o airearla o sacarla a un prado a que la de un poco el sol sobre la hierba porque huele a ahumado que ni el salmón noruego, oiga.

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