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miércoles, 3 de abril de 2013

Aprendiendo a cardar e hilar

Después de llevar ya mucho tiempo persiguiendo hacer un taller de éstos, al fin en Semana Santa encontré un hueco para lanzarme...

¡Y la verdad es que estoy encantada! No entendía yo muy bien qué le veía la gente a tanta trabajina cuando te venden la lana ya hiladita y todo, con muchos colores, texturas, grosores, etc... pero ahora ya lo entiendo.

Es bastante entretenido (obviedad suma), relajante (una vez que dominas un poco los movimientos) y satisfactorio. Y único. Tu lana es tuya, nadie la tiene igual y es exactamente (bueno, no tan exactamente) como tú querías...




Empezando por el uso y la lana ya peinada, a las ruecas y la lana natural y acabando con la señora Rueca, genial.


Si es que me lo está pidiendo el cuerpo "Ana, échate al campo y déjate de chorradas de ciudad, si tú con una casita con un patiejo y dos ovejas ibas a ser la más feliz del pueblo". A ver cuándo le hago caso.

Por cierto, claro, ahora ya creo que no puedo vivir sin una rueca, menos mal que son carísimas y no me he lanzado de cabeza, pero dadme tiempo... además con estas ruecas tan minimalistas y monas que hacen ahora los holandeses... ayyyyyyy *suspiro*.


Los talleres los hice con Lala de Índigo Estudio Textil y fueron todo un acierto, es un pozo de sabiduría textil increíble, desde luego no será el último que haga. (Por cierto que en una feria creativa hice uno muy cortito de bastidor de alto lizo y también me encantó, de hecho es lo que me decidió a hacer el curso con ella).

Por cierto, también hicimos un ilustrativo guión de fibras.

¡Ah! Y por supuesto, me llevé un poco de tarea a casa, dos tops de lana merina peinada y un huso para no perder la técnica. Ya os enseñaré el resultado cuando consiga algo digno.



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